En esta ocasión, Carlos (mi pareja) y yo viajamos a Milán para celebrar nuestro 6to aniversario juntos. Me moría de ganas por ir a Italia y decidí elegir como regalo de aniversario, un billete de avión para ir a una ciudad que más o menos pudiéramos ver en un día y medio y sin tener que cogernos ningún día de vacaciones.
Cogimos el avión por la tarde y llegamos al aeropuerto de Milán Bérgamo (Orio al Serio) en las últimas horas de la tarde. Hay varias opciones para ir desde el aeropuerto a la ciudad (el aeropuerto se encuentra a 1 hora de Milano Centrale):
- Alquilar un coche: no lo recomiendo ya que los italianos conducen bastante mal (¡lo sientoo!) y conducir resulta muy complicado (o al menos para mi). Además es una opción bastante cara y la mayoría de la ciudad se puede visitar andando y cogiendo el metro unos pocos minutos.
- Bus + tren: esta opción te lleva a la ciudad de Bérgamo y después habría que coger un tren al centro de Milán. Esta opción está bien si quieres visitar Bérgamo un día y después quieres ir a Milán. Si no me equivoco, el bus cuesta unos 2€ y el tren 5€. No conozco muchos más detalles porque no fue la opción que escogimos nosotros.
- Bus directo: Este autobús te deja en Milano Centrale (la estación central de Milán) en cuestión de 1h. Sale cada 20-30 minutos. Hay varias compañías que hacen esta ruta pero todos tienen los mismos (o parecidos) horarios y precios. Si compras los billetes online puedes ahorrarte algunos euros. Esta es la opción más económica y la que elegimos nosotros.
- Taxi: esta opción permite que te lleven directamente a donde te estás hospedando, pero resulta poco económica y se tarda mas o menos lo mismo que en bus.
Cuando llegas en el avión, lo primero que ves son los impresionantes Alpes (habreís visto la foto más arriba), con lo que ya se empieza el viaje con muy buena cara. Después de coger el bus, cogimos el metro desde la estación Centrale hasta el metro Crocetta, donde estaba nuestro Airbnb. La dueña del piso nos recibió y nos explicó todo. Tened en cuenta de que en Milán hay un impuesto de turismo que te cobrarán al llegar al apartamento o al hotel que escojáis. También os pedirán hacer una foto de vuestro DNI para poder registraros en la policía como turistas. Es algo normal, no os asustéis.
Llegamos mas o menos a las 11 así que nos fuimos a la cama para poder levantarnos temprano y hacer un poco de turismo.
Día 1:
Normalmente, cuando nos vamos de viaje solemos levantarnos sobre las 8 am. Cuando nos vestimos, fuimos a una cafetería cercana al apartamento llamada Willy & Family Art Café. El camarero que nos atendió fue súper simpático con nosotros y comimos unas napolitanas muy ricas.
Desde ahí cogimos el metro hasta la estación de Duomo. Nada mas salir, te encuentras con la Catedral de Milán (Duomo de Milán). Os recomiendo, que si queréis subir al tejado (lo cual recomiendo totalmente porque es un precioso), vayáis a la taquilla que se encuentra en el Palazo Reale (al lado del Museo de Duomo) y cojáis ahí las entradas en la máquinas. Para comprarlas en la taquilla tienes que pedir número y generalmente hay mucha gente. Eso sí, deberéis pagar con tarjeta ya que la máquina solo admite tarjetas (tanto de débito como de crédito). Os dejo una foto marcando donde están situadas estas maquinas.
Nosotros cogimos las entradas que incluían subir al techo del la catedral en ascensor. La cola sin entrada puede ser de entre 1h a 2h según el día. Nosotros esperamos 10 minutos para comprar las entradas y unos 15 para poder montarnos en el ascensor. El ascensor y las escaleras se encuentran en el lado opuesto del Duomo a donde se compran las entradas.
Tras ver el tejado, puedes coger una escalera que te baja directamente a la catedral sin necesidad de hacer colas. Recordad que en Italia no se permite entrar en iglesias si se os ven los hombros o las rodillas, así que es recomiendo que para evitar comprar una de esas túnicas que te venden en las iglesias para cubrirte, vayáis vestidos adecuadamente.
Tras eso, como la entrada incluye una visita al Museo del Duomo, aprovechamos para verlo. También incluye la entrada a la iglesia de San Gottardo in Corte, cuya entrada da directamente al museo.
A continuación, fuimos a la Galleria Vitorio Emanuelle II, nombrada así por el primer rey de Italia. La galería, junto con el Duomo, fueron de mis cosas favoritas de Milán.
Ya era casi la hora de comer, así que fuimos a Luini Panzerotti, sitio el cual me recomendó una amiga que nació allí. Suele haber cola porque es un sitio bastante famosillo, pero merece la pena. Nosotros tardamos unos 15 minutos en conseguir la comida. Os recomiendo que os decantéis por los panzerottis clásicos de queso y tomate (tanto horneados como fritos). Son los mejores que tienen y por tanto los que más pide la gente. Todo el mundo se los comía en la acera tomando el sol, así que nosotros hicimos lo mismo.
Cuando acabamos, obviamente tenía que probar los famosos helados italianos, así que como vimos una heladería con muy buena pinta en la galería, nos dirigimos hacia allí. El sitio se llama Savini y está justo en el centro de la galería. Yo cogí un helado de mango que a día de hoy sigue siendo el mejor helado que he comido jamás. Si no recuerdo mal, el precio no era caro (mas o menos entre 1,50 y 2,50€).
Con el helado en la mano, fuimos a ver por fuera el Teatro Ópera alla Scala (se puede visitar por dentro si queréis - me han dicho que es precioso) y continuamos andando hasta llegar a la plaza Cairoli, donde puedes ver de frente el Castello Sforzesco. Es un sitio muy curioso porque en algunas zonas parece una cárcel antigua. Aquí estaban organizando actividades infantiles cuando fuimos y había un ambiente muy agradable. La entrada al Castello es gratuita, pero si deseas ver algún museo del castillo, deberéis pagar la entrada. Este es un buen sitio para ir al baño, ya que en el resto de la ruta no hay baños.
En este momento, empezó a chispear, pero nos pusimos en chubasquero y vimos el parque de Sempione. Está lleno de gente haciendo ejercicio y había gente tomando el sol que tuvo que irse por la lluvia.
Para llegar a nuestro siguiente destino, pasamos por la Estación Ferroviaria, donde enfrente tiene una macro estatua de una aguja gigante. Fuimos andando hasta Santa María delle Grazie, donde estaba antiguamente el cuadro de la Última Cena de Da Vinci. Si sabéis con tiempo que vais a ir a Milán y queréis verlo, tenéis que comprar las entradas online con unos 2 meses de antelación. A nosotros se nos quedó la cara de tontos cuando nos dijeron que no quedaban entradas hasta el 26 de Julio y estábamos a 20 y pico de Mayo. Lo que hicimos fue ver la iglesia que está al lado del museo donde lo tienen guardado ahora. Está bastante descuidada ( los frescos no están restaurados) para haber sido la importante iglesia que guardaba una obra tan importante.
Tras esto, volvimos a el metro para volver a la estación de Duomo, donde pensábamos cenar. Elegimos una pizzería llamada Piz, que a parte de ser barata, se especializan en pizzas Margarita. Estaba deliciosa. No habíamos hecho reserva, pero si no queréis cenar temprano lo recomendaría. Nosotros fuimos bastante pronto y ya habían unas 10 personas delante de nosotros. Afortunadamente, a atención es muy rápida y entramos en cuestión de 15 minutos.
Después de cenar, volvimos al Duomo a verlo de noche y quisimos entrar en la terraza Aperol que está en al Gallera Vittorio Emanuelle II, pero parece que los fines de de semana lo destinan más a ambiente de fiesta, cobraban por la entrada y nosotros buscábamos estar más tranquilos. Finalmente, nos fuimos de vuelta al apartamento.
Día 2:
Cuando nos levantamos y entregamos la llave del piso sobre las 10, y desayunamos en le mismo sitio que el día anterior, nos dirigimos a la estación Centrale donde encontramos un hotel en el que nos dejaron depositar las maletas hasta la tarde (ya que nuestro avión no salía hasta casi la noche).
Nos dirigimos a la Pinacoteca di Brera para ver un poco de arte italiano. El sitio además es muy bonito y es un buen sitio donde tomar el sol y relajarse. Por temas de trabajo de Carlos, tuvimos que quedarnos allí sentados un rato después de ver el museo, así que aproveché para que me diera un poco el sol.
Acabó siendo la hora de comer, así que encontramos un restaurante con una terraza muy cuqui cerca de la Pinacoteca. Se llamaba Nabucco, y os recomiendo que pidáis la pasta carbonara. Os prometo que será de las mejores que hayáis probado jamás. Carlos pidió un risotto que también estaba muy bueno y probamos el Aperol Spritz tan típico de Milán. Se me hace la boca agua solo de recordarlo. No es un sitio muy barato, pero merece mucho la pena.
Después de comer nos dimos una vuelta por la zona de tiendas de lujo de Milán y visitamos la tienda de Lego (que suelo intentar visitar siempre que voy a otro país). Ya después de ver lo que queríamos en las tiendas, nos dirigimos a recoger las maletas y montarnos en el autobús de camino al aeropuerto. Así que ahí acabó nuestro corto viaje.
Dentro de poco compartiré con vosotros un archivo con sitios para poder comer bien en Milán, recomendados por mi amiga nacida allí.
¡Hasta la próxima!
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